La presión de los neumáticos no es igual para todos: ajústela según las condiciones de conducción para proteger los neumáticos y optimizar el rendimiento. Para conducción a alta velocidad (por ejemplo, viajes por carretera), aumente la presión de 2 a 3 PSI (dentro del límite máximo del vehículo) para compensar la acumulación de calor y evitar un inflado insuficiente. Cuando transporte cargas pesadas o remolque, agregue de 4 a 6 PSI para soportar peso adicional; la sobrecarga con presión estándar provoca calor y desgaste excesivos. En conducción todoterreno, reduzca la presión entre 5 y 10 PSI para aumentar el área de contacto y absorber los impactos, pero vuelva a inflar a los niveles recomendados inmediatamente después de regresar al pavimento. Para conducir en invierno, las temperaturas frías reducen la presión de forma natural; verifíquela y ajústela semanalmente y evite inflarla demasiado (los neumáticos rígidos reducen la tracción sobre hielo). Los propietarios de vehículos eléctricos deben seguir las pautas del fabricante, ya que las baterías más pesadas pueden requerir una presión ligeramente mayor que la de los automóviles de gasolina. Al adaptar la presión a situaciones específicas, se reduce el estrés de los neumáticos y se prolonga su vida útil.