Los controles periódicos de la presión de los neumáticos no son negociables por motivos de seguridad y protección de los neumáticos, pero ¿con qué frecuencia es suficiente? La regla general es al menos una vez al mes, pero escenarios específicos exigen controles más frecuentes. Para quienes viajan diariamente al trabajo, las revisiones mensuales evitan la pérdida gradual de presión debido a cambios de temperatura o fugas menores. Si conduce con frecuencia por carreteras en mal estado, transporta cargas pesadas o posee un vehículo eléctrico (que pierde presión más rápido debido al peso), verifique cada 2 semanas. Antes de viajes largos, siempre inspeccione la presión, incluso si la revisó recientemente, ya que los viajes largos amplifican el impacto de la inflación insuficiente. Los cambios estacionales también requieren atención: la presión cae de 1 a 2 PSI por cada disminución de temperatura de 10 °F, así que verifique cuándo el otoño se convierte en invierno o la primavera en verano. No confíe únicamente en las alertas del TPMS: normalmente se activan sólo cuando la presión es un 25 % baja, lo que ya provoca desgaste. Los controles constantes y proactivos prolongan la vida útil de los neumáticos y evitan daños costosos.