Remolcar un remolque somete a un esfuerzo adicional las llantas de su vehículo, y un cuidado inadecuado de las mismas puede provocar un desgaste prematuro, reventones o incluso accidentes peligrosos. Ya sea que remolque un remolque utilitario, una casa rodante o una embarcación, ajustar su rutina de cuidado de llantas es esencial para proteger tanto las llantas de su vehículo como las del remolque.
Primero, verifique la capacidad de carga de las llantas de su vehículo antes de remolcar. Remolcar añade un peso considerable, así que asegúrese de que sus llantas soporten el peso combinado del vehículo, el remolque y la carga. Si remolca cargas pesadas con frecuencia, considere cambiar a llantas con un índice de carga más alto; estas están diseñadas para soportar más presión sin desgastarse rápidamente.
Antes de cada viaje de remolque, inspeccione tanto las llantas de su vehículo como las del remolque. Busque desgaste en la banda de rodadura (asegúrese de que sea superior a 4/32 de pulgada para una tracción segura), grietas en los flancos o abultamientos. Revise la presión de las llantas en ambos juegos: las llantas desinfladas se flexionan más con cargas pesadas, generando un calor excesivo que causa daños. Infle las llantas a la presión de remolque recomendada en el manual de su vehículo (esta suele ser mayor que la presión estándar).
Al remolcar, evite acelerar o frenar bruscamente, ya que esto sobrecarga las llantas. Además, reduzca la velocidad entre 16 y 24 km/h en comparación con la conducción normal; una velocidad menor minimiza la acumulación de calor en las llantas. Después de remolcar, revise las llantas nuevamente para detectar signos de tensión, como desgaste desigual o aumento de presión por el calor. Al priorizar el cuidado de las llantas al remolcar, mantendrá su vehículo y remolque seguros en la carretera.






